A unas cuantas sesiones para concluir su mandato los diputados priístas locales se pusieron creativos. Les entró un ánimo modernizante y una prisa transformadora de instituciones curiosamente no demostrada en casi tres años de ejercicio. Han presentado una iniciativa para modificar unos cuantos artículos de la Ley Orgánica del Congreso del Estado, tratando de engañar al respetable que se puede ir con la finta creyendo lo que no es.
Los argumentos esgrimidos para sustentarla varían pero todos ellos los podría suscribir cualquier alma
noble y desinteresada: señalan
que "atentos a los resultados emanados de la voluntad ciudadana",
tienen la intención de
"generar espacios que hagan posible la convivencia entre las distintas
fuerzas", buscando "dar gobernabilidad al congreso para generar
consensos". Así, así ¿quién
no estaría de acuerdo?.
Como estrategia publicitaria presentan como la
principal modificación
contenida en su iniciativa, la creación
de una "Junta de Coordinación
Política" y la
consiguiente eliminación
del actual órgano de
gobierno, la llamada Gran Comisión.
Tratan de engañar a la
opinión pública con el llamativo
envoltorio de un producto rancio. Lo rancio es la pretensión de control y el tufo
autoritario que emana de una lectura más
detenida.
Y es que desde luego, los avances modernizadores
en otros congresos locales y en el federal se han reflejado simbólicamente en la desaparición de los órganos de gobierno
respectivos llamados casi en la totalidad de los casos "Gran Comisión", para dar paso a
cuerpos de gobierno plurales, representativos y amplios los cuales normalmente
han adoptado nombres como "Junta de Coordinación Política",
"Comisión de Régimen Interno" y otros
por el estilo.
Así
que a la actual mayoría
marinista, dándose
cuenta poco a poco de la realidad que imperará
en el estado el próximo
año, se les ha ocurrido
un diseño jurídico e institucional que
atempere el vendaval que se les viene: ya modificaron la ley para que la cuenta
pública de su jefecito
la aprueben ellos y no la legislatura siguiente; ya adecuaron lo que fuera
necesario para que su jefecito no tenga que ir a rendir su informe a los próximos diputados, sino a
ellos, en confianza; y ahora, intentan modificar la ley para agandallarse desde
ahora el control del Congreso, agenciándose
artificiosamente la presidencia, sabiendo que no tendrán una mayoría
para alcanzarla de manera democrática.
Creen que con el cambio de nombre pueden ocultar
el verdadero objeto de su intentona regresiva: hacerse de la Presidencia del órgano de gobierno, y por
tanto del Poder Legislativo, mediante una triquiñuela,
una trampa: dejar establecido en la ley que dicha responsabilidad recaiga en el
partido con mayor número
de diputados, relativamente, aun cuando no tengan la mayoría.
Por eso, sin temor a equivocarnos se puede decir
que la iniciativa marinista es un intento de regresión autoritaria, va en contra de una real
transformación democrática de las instituciones y
pretende pasar por alto el mandato popular expresado en las urnas el pasado 4
de julio:
No reduce o limita las facultades excesivas que
tiene el Presidente del órgano
de gobierno cameral; no somete la conformación
de dicha comisión al
voto aprobatorio del pleno de la cámara,
máxima autoridad de todo
parlamento; no somete el nombramiento de Presidente a la aprobación de los integrantes del
mismo órgano de gobierno
ni mucho menos, a la aprobación
del pleno. Así, se podrá llamar "Junta de
Coordinación Política", "Consejo de
Sabios y Notables", "Templo de la Democracia y la Pluralidad"...
no dejará de ser un
artificio para intentar mantener un cotito de poder no emanado del voto.
Contrario a su supuesta intención, los diputados priístas están vulnerando la
gobernabilidad del Congreso y por tanto, de la próxima
administración. ¿Cómo puede alguien pretender presidir el poder
legislativo sin el respaldo de sus pares, expresado en el pleno? ¿cómo alguien podrá
presidir los trabajos de un órgano
de gobierno parlamentario sin el respaldo de los representantes (los coordinadores)
de por lo menos la mitad más
uno de los diputados? Están
condenando al Congreso a un conflicto permanente, a discusiones sin sentido, a
la posible parálisis, sólo por tratar de quedarse con
el control político y
administrativo del parlamento. Y lo pretenden hacer con un argumento
inaceptable: tienen más
diputados que cualquier otro partido. Una vez más:
sí, tienen más diputados que cualquier
otro partido por sí
solo... ¡pero no tienen
mayoría! Para poder
imponer una propuesta, un planteamiento, una iniciativa, lo que sea, necesitan
juntar 21 votos contra 20; sin 21 votos nadie puede válidamente gobernar a este poder del estado.
También
argumentan: "las alianzas son sólo
electorales, no tienen fundamento legal en el Congreso". Por favor, es irrelevante
que la ley no contemple como tales a las alianzas parlamentarias. El juego, la
misión de todo
parlamento es una carrera constante en pos de la mayoría. Cada vez que hay una votación, se forman alianzas momentáneas y específicas entre distintas fuerzas
que, para ese tema y en ese momento coinciden en el sentido del voto: los que
están a favor, los que
están en contra y los
que se abstienen. Así
que miente quien afirme que tenemos un problema de gobernabilidad por el hecho
de que ningún partido
por sí solo no tendrá la mayoría. La mayoría se alcanza con la decisión política ya manifiesta de los cuatro partidos
integrantes de Compromiso por Puebla de ir juntos en dos propósitos fundamentales: hacerse
del control y gobierno de la Cámara
y darle viabilidad legislativa y respaldo político
al Gobierno del Estado que encabezará
Rafael Moreno Valle.
Por otro lado, la multicitada iniciativa constriñe la libertad de los
legisladores para conformar grupos parlamentarios, deja de lado medidas
urgentemente necesarias para realmente modernizar y transparentar el trabajo
legislativo y no propone nada para fortalecer su independencia y autonomía financiera, técnica y política. En fin, no hay para
nada una pretensión de
mejoría, de modernización, de apertura. Hay agandalle,
engaño y simulación. Por eso perdieron.
¡Ah!
Y no tendrán éxito...
Juan Carlos Espina von Roehrich
Diputado local electo
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