lunes, 25 de agosto de 2014

Identificar II

Si es importante para una democracia sana poder distinguir entre sí a los partidos políticos, lo es también poder identificar a los gobiernos con un partido en específico. Para que los ciudadanos tengamos garantías frente a una gama amplia de opciones y colores, debemos poder cargar los costos de un mal gobierno a una determinada formación política o, en su caso, endosarle los éxitos de uno bueno. Donde lo haya, cuando lo haya.
Hay varias formas de identificar a un gobierno con un partido político:
  • Por la postulación de origen.
  • Por la militancia de su titular.
  • Por la militancia de la mayoría de sus primeros cuadros.
  • Por la militancia de la mayoría de sus servidores públicos.
  • Por la agenda programática.
  • Por el estilo y talante en la forma de gobernar.
Empecemos por el primero. No hay duda. Un gobernante procede de un partido porque éste lo postuló como candidato. “Emana” decimos en la jerga. Si el partido “x” nos propuso a un candidato y ganó la elección, el gobierno será identificado permanentemente con dicho partido.

También, desde luego, un gobierno es relacionado con un partido cuando su titular, el personaje concreto sobre quien recae la función formal de conducir a una administración, está afiliado. No necesariamente es el mismo caso anterior. Hay ocasiones en los cuales ciudadanos no afiliados a ningún partido son postulados como candidatos. Pero si el gobernante es destacado militante –y todos lo son-, su gobierno estará identificado con su partido.
Aun cuando un gobierno esté encabezado por un ciudadano sin partido, una forma de señalarlo como de determinada visión partidista es revisar la militancia de los principales cuadros. Si la mayoría de los miembros de un gabinete son del partido colorado, es un gobierno colorado. Si la mayoría de los concejales son liberales, será un ayuntamiento liberal, etc. Si la mayoría de los senadores son republicanos, será un senado republicano.
Una función de los partidos es llevar al poder a un grupo de personas con las mismas ideas y concepciones. Por ello, siendo desde luego muy deseable que cada vez más haya servidores públicos “de carrera”, no sujetos a los vaivenes electorales, en nuestras sociedades en vías de consolidación democrática, la militancia de las posiciones administrativas de nivel bajo, medio y alto es un indicador de la cercanía de un gobierno a un partido.
Cuando las posiciones sujetas, condicionadas, a la pertenencia a un partido, corriente, grupo o proyecto político se asignan a un partido, grupo o proyecto, el gobierno entero tiene que ser identificado con dicho partido, grupo o proyecto.
Otro camino para distinguir y diferenciar a un gobierno, vinculándolo con una fuerza electoral, es su agenda programática. Quizá es la forma más real y más sustancial, pues se basa en los hechos de la administración, más allá de afiliaciones que pueden ser coyunturales o cambiantes, incluso. Cómo gobierna, cuáles son sus prioridades, en qué pone el foco de su atención, de su discurso, de sus esfuerzos. Por ejemplo, si un gobierno enfatiza el papel del Estado en la economía, lo podemos calificar como socialista. Si prioriza las libertades individuales es, genéricamente, un gobierno liberal. Si resalta los derechos naturales basados en la dignidad humana, es sin duda uno humanista. En fin, “por sus frutos los conoceréis.”
Finalmente, otra manera de identificar a un gobierno co
n un partido político es por el estilo de gobernar. Va relacionado con el talante, con la forma de ser, de comportarse. Las actitudes transmiten más allá de las palabras, reflejan y evidencian, a veces nítidamente, las verdaderas convicciones. ¿Cómo puede alguien ser demócrata si no sabe escuchar, si no le gusta debatir, si no consiente el disenso?
No todas estas vías coinciden siempre. Incluso, pueden contradecirse. Un titular, destacado militante de un partido, puede conducir a un gobierno conformado con una mayoría de ministros integrantes de otro. Uno liberal puede ser en los hechos un estatista. Un gobierno azul puede estar plagado de cuadros rojos o amarillos o verdes. O viceversa. Pero si analizamos a un determinado gobierno con todas ellas, nos dará un resultado bastante cercano a la realidad.
¿Qué opinas?
PUNTO Y APARTE
Los panistas no podemos permanecer callados ante la situación estatal. Más allá de oportunismos políticos y/o electorales que pretenden lucrar con la muerte de un niño, pero también más allá de versiones oficialistas que trataron de ocultar desde el principio un tufo a autoritarismo, violencia desproporcionada, impericia policiaca e impunidad, se debe investigar a fondo y dar con la verdad. Deslindar responsabilidades y castigar a los culpables de los hechos. Hay un niño muerto, hay muchos heridos, civiles y policías, y debe haber responsables.
El bien común para ser concreto requiere de la paz. No hay paz sin justicia. No hay justicia sin verdad.
Regidor del H. Ayuntamiento de Puebla

@juancespina

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